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Núcleos de 
investigación

A) Políticas para el Desarrollo Industrial Integral

La industria en México viene de un largo olvido donde su participación en el desarrollo económico del país fue disminuyendo de manera paulatina desde la adopción en 1994 de un modelo de crecimiento donde de manera enfática se renunció a la estrategia de contar con una política industrial. 

 

Por más de tres décadas el impulso y la cultura de la transformación del país ha tenido que abrirse paso en soledad, olvidada por la política pública, frente a la estrategia de Estados Desarrolladores donde nunca se ha dudado que el futuro y el progreso de una nación, desde el siglo XVIII, se finca principalmente en el desenvolvimiento industrial integral de su economía. Por ello desde la década de los setenta estos países con política industrial han redoblado su sinergia con los servicios de la alta tecnología, generando lo que ahora se conoce como la industria 4.0, así como al conjunto de tecnologías que forman la evolución de la transformación digital y la tecnología 5G.

 

De cara al inicio de la tercera década del siglo XXI, la industria mexicana tiene la tarea de resolver dos grandes retos en la materia. El primero, referido a recuperar el tiempo perdido del desarrollo industrial olvidado y el segundo, orientar este esfuerzo hacia una nueva industria del futuro personificada por la industria 4.0 y la Transformación Digital.

 

El reto de ningún modo resultará fácil, ya que habrá que cambiar paradogmas que se niegan a su revisión o desplazamiento; de igual modo que recuperar la cultura de la transformación será una tarea de gran calado, por lo que la solución al subdesarrollo industrial del país será directamente proporcional al tiempo que se tarde en atender el rezago y a la dimensión de la voluntad política que se invierta para corregirlo.

 

En el primer caso, se tendrá que transitar de la renuncia a la política industrial a la declaración pública de compromiso total con el desarrollo transformador industrial del país, el cual deje en claro a todos los actores políticos y económicos involucrados que la estrategia ha cambiado.

 

La simulación será mala consejera, al igual que acciones parciales de política industrial que tan solo den paliativos a un sector rezagado y falto de apoyos reales de competencia global.

 

Recibir la ola industrial derivada del nearshoring sin una estrategia industrial integral, además de perder una oportunidad histórica del desarrollo, expondrá al país a riesgos de sostenibilidad y a perpetuar una inercia maquiladora carente de contenido nacional. 

 

Si no se entiende que los países que llegan con éxito económico a esta primera etapa del siglo, lo hacen de la mano de una política industrial de Estado, moderna y competitiva, sin dudas y restricciones, lo que se intente no será más que un esfuerzo limitado que será absorbido en su mayor parte por Estados Desarrolladores más audaces que han puesto el esfuerzo de su actividad pública, privada y académica al unísono, hacia el fortalecimiento de sus empresas, productos y servicios.

 

A lo anterior habría que agregar que ante los avances tecnológicos evidenciados en estas primeras décadas del siglo, no pueden olvidarse las megatendencias digitales que ya algunos autores anuncian (Schwab, Leonhard, etc). En primer lugar,a las que se caracterizan por su naturaleza física, entre las que sobresalen los vehículos autónomos, las impresoras 3D, la robótica avanzada y nuevos materiales. Las segundas o de manifestación biológica, donde dominan la genética y la biología sistémica; así como las digitales, en las que de manera preponderante surge el internet de las cosas, el Big Data, etc. De igual modo se habla de los diez ejes disruptivos de la Industria 4.0 (Leonhard), a los que se clasifica como:digitalización,movilización,visualización,desinintermediación,transformación,inteligización,automatización, virtualización, anticipación y robotización.

 

Estas megatendencias no son únicas y diariamente aparecen innovaciones de las innovaciones donde en una carrera sin fin, la alta tecnología de la industria 4.0 y la Tecnología 5G, rápidamente se apoderan del futuro industrial determinando a los ganadores y perdedores de una nueva época donde lo único que concita de manera general, es que no se parece a ninguna de las experiencias del pasado en dimensión, disrupción y velocidad. 

 

Junto con ello o antes que ello, surge el escalamiento del cambio digital como una verdadera Revolución sin parangones, que invita de manera obligada a acceder a ella de manera inmediata, en una condicionante simbiótica de la Industria 4.0 y la Transformación Digital (5G).

 

La reinstalación de la política industrial integral es un imperativo nacional que no admite más dilaciones. Su impulso hacia las nuevas tecnologías del siglo XXI es una condición de viabilidad y sustentabilidad.

 

México en este campo tiene la oportunidad de retomar el camino perdido bajo la idea de que no puede seguir haciendo un mal uso del futuro del bienestar de las nuevas generaciones.

 

En el marco de la ahora reindustrialización de América del Norte, liderada por Estados Unidos, la dogmática nacional que tanto defendió la no política industrial, tiene la oportunidad de reevaluar el camino y sumarse a la oportunidad de un nuevo desarrollo industrial integral, digital y competitivo para México

 

Dice un proverbio chino que el mejor momento para plantar un árbol era hace 20 años, y esto aplica para lo que México debió haber realizado con su política industrial desde los ochenta del siglo pasado. Agrega el proverbio que el segundo mejor momento es hoy, y en este sentido, con voluntad política, educación y una nueva política industrial integral, para el país se abre la oportunidad de retomar el camino perdido y emprender la construcción de un desarrollo más acorde con las tendencias de un tiempo nuevo.

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